dijous, 26 de juny del 2008

GARO - Introducción argumental

En un mundo paralelo al nuestro viven los demonios, los cuales son llamados "horrores". A veces se abren portales entre ambos mundos porque algunos objetos tienen un lado oscuro, hecho aprovechado por los horrores para entrar en el nuestro. Dada su afinidad básica con los defectos y estados de ánimo negativos propios de los humanos, se sienten atraídos por personas en lo que llamaríamos la misma longitut de onda, los poseen y los usan para atraer a otros, de los cuales se alimentan. Es decir, los horrores son depredadores naturales de la especie humana.

Con el fin de dar una opotunitat a la humanidad existe la orden de los Caballeros Makai. Su principal misión es la de cazar los horrores que penetran en el mundo humano. Para ayudarlos en su tarea han recibido una preparación rigurosa que los hace capaces de compensar los potentes atributos naturales demoníacos. Además, disponen de armas blancas y de herramientas mágicas fabricadas por los Sacerdotes y Sacerdotisas Makai. Quizás el tipo de herramienta más notable son las joyas-guía: informan, aconsejan, detectan a los horrores y hacen algunas otras tareas diversas -una especie de PDA en versión Makai.

Disponen también de armaduras hechas de lo que llaman "metal del alma" -las armas también lo están. Permanecen en un espacio interdimensional hasta que son invocadas por los caballeros para eliminar algún horror. Tienen una resistencia extraordinaria, pero por las características del metal de que están hechas, reaccionan a su portador, reflejando de alguna manera su estado mental y/o emocional. Así, una espada hecha del metal del alma puede ser muy pesada o muy ligera.

El caso de las armaduras no es tan simple. Desconocemos quién las hizo, cuándo y cómo, pero todo parece indicar que su eficacia con los horrores tiene que ver con la afinidad fundamental que tienen con ellos. Así, para seguridad de sus portadores, tienen una funcionalidad limitada a 99,9 segundos, pasados los cuales se desacoplan espontáneamente y vuelven por donde han venido; también he visto que lo hacían después de alguna caída o golpe especialment violento. Sin embargo, cuando las emociones de quien la viste sintonizan con su naturaleza esencial -es decir, cuando son bastante negativas- deshacerse requiere un acto de voluntad deliberada; en caso contrario permanecen, y pasan otras cosas.

Parece que los Caballeros Makai tienen un nombre/título característico que quizás denotan también algún tipo de rango, a menudo hereditario. Así, Koga Saejima es Garo, que lo heredó de su padre; en cambio Rei Suzumura, Zero, no lo heredó por sangre, sinó porque fue adoptado.

La trama argumental de Garo nos cuenta que un día, mientras Koga Saejima "trabajaba", fue testigo de como la sangre del horror que apenas había matado salpicaba a la chica que quería comerse, Kaoru Mitsuki. La muerte segura de la desdichada Kaoru como comida del horror fue sustituida por una muerte también segura en manos de su supuesto salvador de armadura dorada que, además, aparecía en un libro de cuentos y recuerdos de su niñez, y en sueños recientes: demasiado para asimilarlo de una sola vez, mientras una gran espada te está apuntando. Y se desmayó.

Una ley Makai obligaba a matar a los humanos contaminados con sangre de horror debido a que al cabo de cien días, si habían sobrevivido a los ataques de los horrores que padecerían a partir de aquel momento, sufrirían una muerte espantosa. Era la primera vez que Koga se encontraba en esta situación, y ver desmayarse a la chica justo cuando iba a descargar el golpe fatal lo hizo reconsiderar su acción. Suponemos que se montó la película de que la dejaba vivir para utilitzarla como cebo en su caza, al fin y al cabo sólo una vez la utilizó deliberadamente. En secreto, él quería liberarla de su destino maldito, con muy pocas esperanzas. Si no lo conseguía, no le quedaría otra alternativa que matarla para ahorrarle el padecimiento final.

Mientras Koga no cesa de enfrentarse a horrores, otro caballero Makai le acosa con inquietante propósito, y un misterioso personaje juega sus cartas con disimulo, observa y espera.