dissabte, 31 de juliol del 2010

GARO Fanfic – La llamada de la sangre, 4.

  
Cap.  4 : ¿Quién es Meshia?


La reina de otro mundo camina por encima de éste, después de abrir el hechizo que esconde al Templo de las Tinieblas. Lo hace a la cabeza de un grupo heterogéneo: unos siete horrores y dieciseis horrores Bariri, su número mermado por su encuentro con dos Caballeros Makai que también se dirigían al Templo y que se vieron rodeados, y su recién adquirido esclavo personal.

Aunque Koga trata con esfuerzo de considerarse a sí mismo un guerrero que planea una estrategia para liberar al universo de un monstruo, la verdad de su situación es prístina. Y aún le quedó más clara cuando su dueña y señora le arrebató a Zaruba del dedo y lo lanzó a lo lejos. Vertió una solitaria lágrima que no la impresionó.

Sólo una fugaz mirada cruzó con los recién capturados Rei y Tsubasa. Aún conserva demasiado orgullo para mostrarles lo que él es en este grupo, a pesar que está seguro que Meshia se encargará de destruirlo en un plazo no muy largo. Oyó como uno de los horrores preguntó a su reina por qué no mataba a los dos caballeros.

– Al igual que Koga, son bien parecidos y fuertes, y quiero estudiar sus posibilidades como instrumentos de mis planes –respondió ella, aunque Koga está seguro que ellos dos ignoran lo que ésto significa.

A medida que se acercan a la extraña edificación cúbica, gran cantidad de presencias intangibles rodean al grupo en general y a Meshia en particular. Ella levanta los brazos y hace gestos como si acariciase al aire. Al llegar a la puerta, ella arranca la placa metálica que hay junto a ella y que dice: “Honorables visitantes, cuidáos de los espíritus de los que aquí se quedaron”. Koga y Rei la recuerdan, y por éso vuelven a mirarse. Dos horrores acuden a recibirles y los acompañan por el pasillo hasta la sala ceremonial.

– Jabi...

Ella vueve los ojos hacia la voz. Koga la ve contra una pared, con la garra de un horror inmovilizándola por el cuello.

– ¿Por qué le haces ésto? Es a mí a quien quieres –le pregunta él a Meshia.

– No es algo que te concierna, pero, en fin. El acceso de nuestro mundo a éste sólo puede abrirse desde este lado, y necesitamos a alguien que sepa cómo hacerlo para poder copiarlo. Al parecer, a parte de mí, ella es la única que puede. Creo que lo sacó de algún libro de aquí.

Jabi intenta, inutilmente, zafarse de su captor. Sus ojos  están brillantes y tiene un desgarro en su pierna derecha.

La dueña absoluta de sus vidas tiñe sus labios con una leve sonrisa y sube a la plataforma del altar.

– Primero –anuncia Meshia a todos los presentes– pasaré al otro lado con mi séquito y los prisioneros. No, ella –señala a Jabi– tiene que quedarse a este lado del portal. Al menos, hasta que yo enseñe a algún otro. Voy a reabrir oficialmente este templo, y formaré a un sacerdote para que lo atienda. Hasta entonces, alimentadla. Espina, Sangre Negra, empezaré con vosotros, veremos quién mostrará mayores apitudes. Espina, ¿has avisado al grupo que tiene que cruzar el portal hacia aquí?

– Está esperando la señal –responde una falsa Jabi que aparece de entre las sombras.

Meshia cierra los ojos y se relaja. Poco después junta sus manos y las levanta despacio, por encima de su cabeza.

De pronto, una voz incorpórea retumba en la cámara.

– ¿Qué has hecho, Emersie?

Nada en su tono la hace amenazante, pero el silencio que ha causado es sepulcral. Todas las cabezas y todas las antenas buscan su origen con no poca inquietud. Hasta Meshia permanece silenciosa un rato.

– ¿Quién eres? –pregunta al fin, con exigencia.– ¿Cómo conoces ese nombre?

– Deberías recordarme –responde la voz incorpórea–. Luché contra ti en dedefensa de mi mundo. Y me mataste.

– Entonces, eres el espíritu de un muerto. –Hace una leve sonrisa–. Soy yo la que debe preguntarte qué haces aquí, por qué no has continuado tu camino después de tanto tiempo. ¿Has esperado eones para vengarte? Estuve fuera de vuestro alcance entonces, y ahora aún más. He evolucionado.

– Yo también he evolucionado, Emersie. Algunos de nosotros lo hemos hecho hasta liberarnos del ciclo de reencarnaciones. También nosotros estamos fuera de tu alcance.

– ¡Soy inmortal!

– Vamos, vamos. Que hayas logrado burlar a la muerte no te hace inmortal. Sabes que tienes un karma muy pesado reteniéndote, y no te atreves a morir para no enfrentarte con él. Nosotros perdimos nuestro mundo, pero lo recuperaremos para el Universo: tu karma te ha debilitado y lo ha vuelto contra ti.

– Soy la dueña de mi destino y de mi mundo. ¡Muéstrate!

Una tenue luz comienza a verse en el aire, por encima de los ocupantes de la sala. Se intensifica progresivamente hasta que, sin dejar de ser luminosa, toma una forma vagamente humana.

Un rayo de luz roja sale de un dedo de Meshia hacia la forma flotante, el qual es absorbido por ésta. Repite la operación usando los dedos de ambas manos, con idéntico resultado.

– Eres un caso único, Emersie. Ningún ser tan complejo ha sido modificado como tú lo has sido por ti misma. Una verdadera reina, en el sentido biológico de la palabra. El Universo espera a tu alma con impaciencia para incorporar tus conocimientos y experiencias.

– ¡No podéis hacer nada! –Meshia parece perder la calma por momentos.

– No someterás al mundo de los humanos a tu capricho. Tus experimentos se terminan aquí. Escuchadme, Jabi, Koga, Rei y Tsubasa, necesitamos vuestra colaboración.

– Son míos y no tenen derecho a intervenir sin mi permiso –se apresura ella a replicar.

Otro gran silencio se hace. A los aludidos les cuesta creer que el misterioso ser que al parecer conoce tan bien a Meshia, que ha tenido con ella este sorprendente intercambio, se dirija a ellos.

– Nos gustaría colaborar –responde Koga, ignorando la autoridad de Meshia, y ganándose con ello una mirada prometedora de grandes crueldades–. ¿Quién eres?

– Mucho tiempo atrás, en la Edad de Oro de vuestro planeta –responde el etéreo ser– este templo era blanco, brillante y estaba al servicio de la Luz. Servía para explorar otras dimensiones, otros mundos y en algunos casos era posible establecer relaciones con sus habitantes. Emersie, a quien vosotros llamáis Meshia, era su suma sacerdotisa. Pero se contaminó con los pensamientos de las almas a las que ella había empezado a recolocar en vuestro mundo, almas perdidas que iban a quedarse sin una oportunidad de redención al no poder ser admitidos en su propio mundo debido al salto evolutivo que experimentó éste.

– Un momento –interrumpe Jabi.– ¿Quieres decir que cayó en su propia trampa?

– Más bien fue víctima de su amor hacia toda vida. Ella y toda vuestra especie aceptaron la tarea de acoger a los perdidos y educarlos para que superaran su estado. Por desgracia, la raza casi perfecta que érais entonces los humanos fue influenciada por ellos y empezó a degenerar.

El rostro de Meshia es duro.

– Tu compasión no me impresiona. ¡Cállate!

– Emersie fue la que logró compatibilizar –prosigue el ser flotante sin tenerla en cuenta– las almas que llegaron con las razas que las acogerían. No era genética como la entendéis vosotros: era cirugía mental, psíquica y etérica. Era muy sabia.

Hace una pausa y continua.

– Lo que para vosotros es el mundo de los horrores fue el mundo de mi raza: uno de los muchos a los que se abría este templo. Emersie iba y venía entre ellos, la conocíamos y era bien recibida entre nosotros. También nosotros tardamos en darnos cuenta que se había contaminado, pero para ella era más seguro descubrirse en un mundo ajeno al suyo propio. Para cuando los humanos se dieron cuenta de lo que pasaba, Emersie ya se las había arreglado para someter con sus artes a la mayor parte de nosotros. Los humanos sellaron el accesso a nuestro mundo para impedirle regresar y que los contaminara. Así, ella pudo hacer nuestro mundo a su embrutecida imágen. Los que no sucumbimos a su hechizo fuimos perseguidos y muertos. O utilitzados en sus laboratorios.

– Es decir –concluye Koga– nuestro mundo abandonó al vuestro a su suerte, después de procurarle la perdición.

– Fue el primer síntoma de su degeneración colectiva –explica el ente luminoso–. Ésta es una de las razones que nos hacen recurrir a vuestra ayuda. La primera raza de horrores que existió fue fruto de experimentos de genética física y mental llevados a cabo con nuestra gente, a los que Emersie educó en lo que ella creyó que eran valores adecuados. No prosperaron más de dos generaciones, pero ella era sabia y encontro otras formas de conseguir crear vida viable. El cada vez más embrutecido mundo humano empezó a tener menos consistencia, y se crearon grietas que los horrores usaron para cruzar de un lado a otro.

– Los portales –concluye Rei.– Así que ahora hay varios lazos kármicos que se entrecruzan entre ambos mundos.

– En efecto.
  

diumenge, 25 de juliol del 2010

GARO Project 2010

Hummm... the web does not say a thing, yet...

http://garo-project.jp/

Are going to come more songs? I would love it!

diumenge, 11 de juliol del 2010

GARO Fanfic – Blood call, 3

   
Chap. 3: Queen’s return


Kouga tries to sleep and has been stripped from the waist up to make it possible, but without any success. Still no signs of Kaoru's whereabouts, although he has spent the whole day looking for them. Only a faint indice of a rare gas allowed him to suppose that she had been drugged to get her out of the house. But the trail was lost in the garden.

Neither Jabi says a word. His childhood friend said she would study the movements of the world's energy level, and will tell the results. Still waiting.

By mid-afternoon he began to feel cold, an unnatural coldness, as if he was sick, and this was something that made him fear a disaster. Now, he does not tremble anymore, but he feels to carry with him an overwhelming weight. He should go to Kantai to see what has been achieved Jabi.

“Kouga, something is coming!”

Zaruba's tone is unusually alarming. The young man jumps from bed and grabs his sword, at the same time he hears a loud noise of breaking wood. Before he rushed downstairs he stops short.

“Kaoru!” , he shouts, his heart jumping for joy. Joy which fades away when he realizes that something is not working as it should.

The girl is at the foot of the stairs, looking at him, serious, concentrated, as studying him.

“Kaoru?”

She still does not react.

“Zaruba?”, he says quietly.

“She’s not what she seems”, the tiny metal head replies.

“Is she possessed?”

“No, but ... Not possible!”

“What?”, the knight urges.

“It’s Meshia!”

“This’ stupid. You know I finished her”.

“Yes. And yet, she is”.

The following silence is soon broken by the soft noise of the girl climbing the stairs quietly. She stops in front of him.

“Hello, Kouga”.

 A smile. Kaoru's smile, the color of her eyes, the shape and size of her body, her face. She stretches out her hand of an artist. He takes and kisses it.

“Where were you?”, he says. “I felt worried”.

“You’re always worried. You’re an expert”.

He did not expect such a derogatory comment from the woman of his life, and decides to ignore it.

“But I'm not here to lecture you”, she continues.

By the hands that bind them, the woman leads him into the bedroom, and to the bed.

“I’m here for you to become a father”.

Then, Kouga realizes that Kaoru's belly has lost its swelling. And looks at her, surprised.

“Yes”, she says, “those stupid Bariri didn’t foresee my transformation would kill my son. I fulminated them, literally”.

Coldness, almost indifference with such serious words, make Kouga to begin to consider Zaruba’s point of view.

“What did you do to Kaoru?”

“I'm Kaoru”.

He says nothing. His mind showed him reasons for and against.

“Don’t believe me? Then, I’ll show you the ultimate test”.

She pushes him with surprising strength, he does fall on the bed and she puts herself astride. She rest her hands on the shoulders of the bewildered young man, holding him against the bed, and her face comes close to his until he can hear her soft breathing. Then, she kisses him. She takes over his mouth as if it were conquered territory. No affection, no tenderness, no passion. A kiss that steals everything and nothing offers. This being flaunts deny all what Kaoru is.

His face makes her laugh.

“It looks I'm too much woman for you”.

“What have you done to Kaoru?”, he insists.

“Kaoru’s here. She hears what you sais and she’s surprised because you aren’t able to recognize her if it doesn’t behave like a sweet little flower. The concept of love which you have, humans, is exclusivist and distressing. You all are unable to recognize the soul of the beloved being it it does’nt meet your expectations. You all are full of prejudices. You’re so small, so insignificant, and so limited”.

But Kouga can see Kaoru herself whithin this woman's, he has seen her through her eyes. So, his distress is greater.

“What could make you to be interested in one insignificant being as I am?”

“Kaoru, of course. Meshia’s been so long away from the human world that her concept of beauty is highly debatable. You’d see how her world is”.

“It’ss pure dryness”.

“You’ve not seen the other one which she created within the basement”. This talk about Meshia third-person, is shooting in Kouga the feeling of talking to Kaoru. “An entire ecosystem depends on the contributions by her own physical, etheric, astral and mental bodies. Both, when she was in full possession of her faculties, as when she was unconscious by Kiva, she fed her own world. When you killed her, a certain crisis occurred. The priests of Meshia kept both her and her blood as much as they could. Her dead body still feeds the horrors. Her blood runs through my veins and my being is completely transmuted. I am both of them, Meshia and Kaoru, mixed in such a way that you couldn’t understand”.

She is still sitting on his belly.

“I am the creator and maintainer of a whole world. And thanks to your precious Kaoru, I want this world to have beauty. I’ll breed another race of horrors, they’ll be be beautiful, but I need some fresh DNA. You’re being the father of this new breed”.

Kouga wants to get up, but she nails him back against the bed.

“A beautiful and powerful human being like you, and Kaoru's body, are giving to my children these virtues, and will make them suitable for mixing among humans. And in some few generations, mankind will know me as their queen”.

“You're crazy!”

Kaoru laughs again.

“I’ll have to do something with such a narrow-mindedness, I don’t want it for my children”.

She steals him a kiss again, despite his opposition. She whispers at his ear.

“You’ll be confined where only I could access and draw out your seeds according I needed them. I’ll manipulate the embryos to give my children the attributes that enable them to survive amid the horrors now existing, and I’ll make them intelligent, manipulative, strong, murderers, whatever it was hidden whithin your genes!”

Kouga bursts.

“You can’t manipulate the genes of anyone! Nor are getting anything from me!”

She laughed again, leaning back. She stops roughly. One of her nails makes a scratch on his bare chest. With the tip of a finger, remove a drop of blood from the wound and forces him to look at it closely”.

“See? Right now, my body is analyzing your blood. Afterward it’s searching the compatibilities and incompatibilities with mine. Then,  it’s isolating your genes. At the end, most of what my body can not adapt, it would be susceptible to genetic manipulation from outside. I know a lot about this: I created a world. And I created its inhabitants. Beside ...” She gets up off him and sits at his side, which allows him to sit on the bed, "you can’t prevent your body to do what it should”. She stretches out his hand until about twenty centimeters from his belly.

Kouga feels humiliated as his body responds to her mysterious call. With a snarl of rage, he throws the back of his forearm against her face. Meshia jumps over the bed and stands on the floor. He must control himself to keep him from attacking her. Just if he would not know his beloved one was there...

“In one year”, she goes on, quietly, as if nothing happened, “I estimate we’ll having between one hundred and three hundred children. Some will die in the process, but it’s unavoidable when you’re experiencing with a new blood and with the input of a new female body”.

Kouga already denies to look at her, and snorts with contempt.

“Between one hundred and three hundred? So, you don’t plan giving birth to your children by youself?”

His words are loaded with so much sarcasm as he can put, which is not much, but he is not sure he want to know the answer: he fears what she will come out.

She shakes her head, as if in disbelief.

“You don’t remember”, she says as a mother might say to her son, “my normal height is enormous, according to human thoughts. In addition, a seventy percent of my body is capable of bear a fetus”.

His head turns in the opposite direction, disgusted, hurt and angry. He has to admit it: Kaoru no longer exists.

In two quick motions, Kouga jumps out of the bed and picks up his sword from the floor. He is about to summon his armor, but something stops him when his weapon is ready to open the gateway: the gentle triumphant smile of Meshia is expanding.

“Are you so glad that I'm going to kill you again?” he tells her.

“So, when it’s going to happen, before or after your armor will make you to become mine?”

He remains motionless. He admits that the future that is waiting for him, and without Kaoru, has no incentive. He is determined to die taking Meshia away with him, but he is full of anger, and he knows what can happen if he can not finish her at the appointed time.

“Zaruba,”  he whispers to the ring, “is she alone?”

“Very near, perhaps in the garden, there’re about twenty horrors and about twenty human, perhaps Bariris”.

“They are” Meshia adds, still smiling.

His raised arm trembles with impatience, but he hesitates.

“You ended up that betrayer Kiva, and deserve that I allow you to choose” she says. “Which d'you prefer: occupying the place he rejected beside me, or you'll resign to become a drone, and I’ll have to protect you from your own children? I will, of course, but they’ll have the right to know you, and will want to play with you”.

Kouga's doubts begin to vanish.

“Sure” she adds, "you’ll be pride that they come to show their human boyfriends and girlfriends to you. And knowing your grandchildren!"

His sword in up completes the interdimensional circle. The light turns on within the room. Kouga is obfuscated, and Meshia celebrates it laughing, and leaving the room hurriedly. She has taken refuge among the horrors in the garden, for he to fall as the time is spent. He knows it, but he does not care.

“Kouga, stop!”  Zaruba shouts. “You can’t do this again!”

“I won’t allow her to reamain alive!”

The armor couples its holder, and he is chasing his prey.

“Don’t you see?” the speaking ring insists. “She’s deliberately stirred you up. She wants you to transform!”

His master ignores him, but he does not yield.

“On behalf of the Sacred Order of the Makai Knights, stop and listen to what I have to say. Now!”

Kouga does not know why his career has slowed, but some feelings about the last time he undertook this dark path have begun to invade him. They are feelings repeled by his heart, but they do not make a dent in his mind: he knows that Meshia should not achieve her purpose to use him so abominably. But he should not cross the line, he can not betray himself again, and who have entrusted his mission to him. Neither, to the humanity to which he has sworn to protect.

“Listen, Kouga, this’s important”, Zaruba repeats in his determined effort to his owner to come to.

Wearing his armor, Kouga notices that his skin, shaking of excitement, hits the metal”.

“Kaoru is still within her” the tiny speaking ring sais.

“No. She's worse than possessed: Meshia has swallowed and digested her. She’s not recoverable”.

“She is. She still shows her existence: she need your hate”.

“What a human being need the hatred by others?”

“Meshia isn’t human and has no feelings, but Kaoru is and has. As she hates you, this’s the only way now she can show her love, don’t you see? She's here, and still loving you!"

Even against his will, the young man thinks about. He do not want to maintain a relationship based on hatred, he is not sure that such a thing will give a hope to him.

“If you give your impulses up”, Zaruba continues, “both of you’ll isolate within your private hell, formed by the duality power and hate. Is this what you want?”

“The choice isn’t better”.

Kouga's mind has already stopped fighting. He knows what to do, but he is not sure that being captured and manipulated by Meshia was he best choice.

“Indeed” the tiny metal head sais. "She’ll submit your heart to a hard test, perhaps for a long time. Many humans may be contaminated and killed in the process. But if you can keep your whole heart, if you keep reminding Kaoru as she was, even knowing she’s inside that monster, there will a possibility that humanity hidden in her could surface and, therefore, Meshia might be defeated. Hate and love are the same, simply it’s a change of point of view”.

The armor is fired.

He takes a moment to gather his courage to face his new fate, one where his Makai Knight skills will not help. Only his own humanity can fight this battle.

dissabte, 3 de juliol del 2010

GARO Fanfic – La llamada de la sangre, 3.

Cap.  3 : El regreso de la Reina.


Koga intenta dormir y se ha desnudado de cintura para arriba para hacerlo posible, pero sin éxito. Sigue sin señales del paradero de Kaoru, a pesar de que ha invertido todo el día buscándolas. Sólo unos leves trazos de un gas extraño le permitieron suponer que había sido drogada para conseguir que saliera de la casa. Pero el rastro se perdió en el jardín.

Tampoco tiene noticias de Jabi. Su amiga de la infancia le dijo que estudiaría los movimientos del nivel energético del mundo y que le comunicaría los resultados. Aún espera.

A media tarde comenzó a tener frío, un frío antinatural, como si estuviese enfermo, algo que le hizo temer un desastre. Ahora ya no tiembla, pero arrastra consigo un peso abrumador de no sabe qué. Debería ir a Kantai a ver qué ha conseguido Jabi.

– ¡Koga, algo se acerca!

El tono de Zaruba es inusualmente alarmante. El joven salta de la cama y coge su espada, en el mismo momento que se oye un fuerte ruído de madera rompiéndose. Antes que pueda precipitarse escalera abajo se detiene en seco.

– ¡Kaoru! –grita, con el corazón saltándole de gozo. Gozo que se va difuminando al darse cuenta que algo no funciona como debiera.

La muchacha está al pie de la escalera, mirándolo, seria, concentrada, como estudiándolo.

– ¿Kaoru?

Ella sigue sin reaccionar. En voz baja:

– ¿Zaruba? –dice él en voz baja

– No es lo que parece –responde la pequeña cabeza metálica.

– ¿Está poseída?

– No, pero... ¡no es posible!

– ¿Qué? –lo apremia el caballero.

– ¡Es Meshia!

– Estupideces. Sabes que yo acabé con ella.

– Sí. Y sin embargo, lo es.

El silencio que sigue es roto pronto por el suave ruído de la joven subiendo las escaleras con calma. Se para frente a él.

– Hola, Koga.

Sonrie. La sonrisa de Kaoru, el color de sus ojos, la forma y tamaño de su cuerpo, su rostro. Le extiende su mano de artista. Él la toma y la besa.

– ¿Dónde estabas? –le dice.– Me tenías preocupado.

– Tú siempre te preocupas. Eres un experto.

Él no esperaba un comentario despectivo de la mujer de su vida, y decide ignorarlo.

– Pero no he venido para sermonearte –prosigue ella.

Por las manos que los unen, la mujer lo conduce dentro del dormitorio hasta la cama.

– Vengo a hacerte padre.

Entonces, Koga se da cuenta que el vientre de Kaoru ha perdido su hinchazón. Y la mira, sorprendido.

– Sí –comenta ella.– Esos estúpidos Bariri no contaron con que mi transformación mataría a mi hijo. Los fulminé, literalmente.

Frialdad, casi indiferencia al decir tan graves palabras, hacen que Koga empiece a considerar el punto de vista de Zaruba.

– ¿Qué le has hecho a Kaoru?

– Yo soy Kaoru.

Él no dice nada. Su mente le presenta argumentos en pro y en contra.

– ¿No me crees? Entoces te daré la prueba definitiva.

Lo empuja con una fuerza sorprendente, lo hace caer sobre la cama y se coloca a horcajadas sobre él. Apoya sus manos sobre los hombros del desconcertado joven, sujetándolo contra la cama y le acerca su rostro hasta que él puede oir su suave respirar. Entonces, ella lo besa. Se apodera de su boca como si de un territorio conquistado se tratara. Nada de afecto, nada de ternura, nada de pasión. Un beso que todo lo roba y nada ofrece. Este ser hace ostentación de negar lo que Kaoru es.

Su cara la hace reir.

– Parece que soy demasiada mujer para ti.

– ¿Qué le has hecho a Kaoru?  –insiste él.

– Kaoru está aquí. Oye lo que dices y se sorprende que no seas capaz de reconocerla si no se comporta como una tierna florecita. El concepto de amor que tenéis los humanos es exclusivista y penoso. Sois incapaces de reconocer al alma del ser amado si no responde a vuestras expectativas. Estáis llenos de prejuicios. Sois pequeños, insignificantes y limitados.

Pero Koga sí puede reconocer a Kaoru en esta mujer, la ha visto en sus ojos. Precisamente por ésto su desazón es mayor.

– ¿Qué puede hacerte interesar en un ser tan insignificante como yo?

– Kaoru, por supuesto. Meshia lleva tanto tiempo apartada del mundo humano que su concepto de la belleza es más que discutible. Tendrías que ver cómo es su mundo.

– Es aridez pura.

– Tú no has visto el “otro”, el que ella creó en el subsuelo. –Que hablara de Meshia en tercera persona dispara en Koga el sentimiento de estar conversando con Kaoru.– Un ecosistema entero dependiente de las aportaciones de sus propios cuerpos físico, etérico, astral i mental. Tanto cuando estaba en plena posesión de sus facultades, como cuando quedó inconsciente por obra y gracia de Kiva, ella alimentaba a su mundo de sí misma. Cuando la mataste se produjo una cierta crisis. Los sacerdotes de Meshia conservaron tanto de ella y de su sangre como pudieron. Su cuerpo muerto aún alimenta a los horrores. Su sangre recorre mis venas y ha transmutado mi ser por completo. Yo soy ambas, combinadas tal manera que no podrías comprender.

Ella continua sentada sobre su vientre.

– Soy la creadora y mantenedora de todo un mundo. Y gracias a tu preciosa Kaoru quiero que éste mundo tenga belleza. Voy a crear otra raza de horrores: serán hermosos, y para ello necesito ADN fresco. Tú serás el padre de esta nueva raza.

Koga quiere incorporarse, pero ella lo vuelve a clavar contra la cama.

– Un humano bello y poderoso como tú, y el cuerpo de Kaoru, no sólo darán a mis hijos estas virtudes, sinó que los hará aptos para mezclarse con los humanos. Y, en pocas generaciones, la humanidad entera me conocerá como su reina.

– Estás loca.

Kaoru se ríe otra vez

– Habrá que hacer algo con esta estrechez de miras, no la quiero en mis hijos.

Ella vuelve a robarle un beso, a pesar de su oposición. Le susurra al oído.

– Quedarás confinado donde sólo yo pueda acceder y extraeré tus semillas según las vaya necesitando. Manipularé los embriones para dotar a mis hijos de atributos que les permitan sobrevivir entre las razas de horrores ahora existentes, y hacerlos inteligentes, manipuladores, fuertes, asesinos, ¡lo que quiera que se halle oculto en tus genes!

Koga estalla.

– ¡No puedes manipular los genes de nadie! ¡Ni conseguirás nada de mí!

Ella vuelve a reir, echándose para atrás. Para con brusquedad. Una de sus uñas hace una arañazo en el pecho desnudo del joven. Con la yema de un dedo, retira una gota de sangre de la herida y lo obliga a mirarla de cerca.

– ¿Ves? En este momento mi cuerpo está analizando tu sangre, luego buscará las compatibilidades e incompatibilidades con la mía. A continuación aislará tus genes. Al final, la mayor parte de lo que mi propio cuerpo no puediera adaptar, sería susceptible de manipulación genética externa. Sé mucho de ésto: creé un mundo. Y creé a sus habitantes. Además... – se levanta de encima de él y se sienta a su lado, lo que él aprovecha para incorporarse– no puedes evitar que tu cuerpo haga lo que debe.  –Extiende su mano hasta hallarse a unos veinte centímetros del vientre de él.

Koga se siente humillado al responder su cuerpo a la misteriosa llamada. Con un gruñido de furia lanza el dorso de su brazo contra la cara de ella. Meshia da una vuelta sobre la cama y queda de pie en el suelo. El tiene que controlarse para no seguir atacándola. Si no fuera porque sabe que su amada está ahí...

– Dentro de un año –continua hablando ella, tranquila, como si nada sucediera– calculo que tendremos entre cien y trescientos hijos. Seguramente algunos morirán durante el proceso, pero es inevitable cuando experimentas con sangre nueva y con las aportaciones de un nuevo cuerpo femenino.

Koga, que se niega ya a mirarla, resopla con desprecio.

– ¿De cien a trescientos? ¿Entonces, no piensas parir tú a tus hijos?

Sus palabras están cargadas de tanto sarcasmo como ha sabido aplicar, que no es mucho, pero no está seguro de querer conocer la respuesta: a saber con que nueva barbaridad le saldrá.

Ella sacude la cabeza, como incrédula.

– Ya no recuerdas –le dice en un tono que diríase una madre riñiendo a su hijo– que mi estatura habitual es gigantesca, según los cómputos humanos. Además, el setenta por ciento de mi cuerpo es susceptible de albergar un feto.

El vuelve la cabeza en dirección opuesta, asqueado, dolido y rabioso. Tiene que admitirlo: Kaoru ya no existe.

En dos rápidos movimientos Koga salta de la cama y recoge su espada del suelo. Se dispone a invocar a su armadura. Pero algo lo detiene cuando su arma se dispone a abrir el portal: la suave sonrisa triunfante de Meshia se está expandiendo.

— ¿Tanto te alegra saber que voy a volver a matarte? –le dice él.

– ¿Y éso cuándo será, antes o después que tu armadura te convierta en uno de los míos?

Él permanece inmóbil. Admite que el futuro que ella le depara, y sin Kaoru, no tiene aliciente alguno. Está decidido a morir llevándose a Meshia con él, pero está lleno de enfado y sabe lo que puede pasarle si no logra acabar con ella en el tiempo fijado.

– Zaruba –le susurra al anillo– ¿está sola?

– Muy cerca, quizá en el jardín, hay unos viente horrores y otros tantos humanos, posiblemente Bariris.

– Lo son –añade Meshia, sin dejar de sonreir.

Su brazo en alto tiembla de impaciencia, pero él duda.

– Tú acabaste con el traidor Kiva y mereces que te permita elegir –dice ella–. ¿Qué prefieres: ocupar el lugar que él rechazó a mi lado, o te conformarás con ser un zángano al que, encima, tendré que proteger de sus propios hijos? Lo haré, claro, pero ellos tendrán derecho a conocerte, y seguro que querrán jugar contigo.

Las dudas de Koga empiezan a desvanecerse.

– Seguro que te enorgullecerá –añade ella– que vengan a enseñarte a sus novios y novias humanos. ¡Y conocer a tus nietos!

La espada levantada completa el círculo interdimensional. La luz prende en la habitación. Koga se ha ofuscado, y Meshia lo celebra riendo y dejando la habitación apresuradamente. Ha ido a refugiarse entre los horrores del jardín para que ellos sucumban mientras el tiempo pasa. Él lo sabe, pero no le importa.

– ¡Koga, para! –grita Zaruba.– ¡No puedes volver a hacer ésto!

– ¡No permitiré que salga viva de aquí!

La armadura se acopla a su poseedor y éste sale en persecución de su presa.

– ¿No lo ves? –insiste el anillo parlante– Te ha provocado deliberadamente, ¡quiere que te transformes!

Pero su amo no le hace caso.

– En nombre de la sagrada institución de los Caballeros Makai, detente y escucha lo que tengo que decirte. ¡Ahora!

Koga no sabe por qué ha frenado su carrera, aunque sentimientos sobre la otra vez que emprendió este oscuro camino han empezado a invadirlo. Son sentimientos que repelen a su corazón, pero que no hacen mella en su mente: sabe que Meshia no debe lograr su propósito de utilizarlo de forma tan abominable. Pero no debe cruzar la línea, no puede traicionarse otra vez a sí mismo y a quienes le han confiado su  misión. Ni a la Humanidad a la que ha jurado proteger.

– Escúchame, Koga, ésto es importante –repite Zaruba en su denodado esfuerzo por hacer volver en sí a su dueño.

Enfundado en su armadura, Koga nota cómo su piel, sacudiéndose con el temblor de su excitación, golpea al metal.

– Kaoru sigue con ella –le dice el anillo parlante.

– No. Está peor que poseída: Meshia se la ha tragado y digerido. No es recuperable.

– Lo es. Ella sigue manifestando su existencia: necesita tu odio.

– ¿Qué humano necesita el odio de otro?

– Meshia no es humana y no tiene sentimientos, pero Kaoru sí. Que ella te odie es la única forma en que ahora puede manifestarse el amor, ¿no lo ves? Ella está aquí y sigue amándote.

Incluso contra su voluntad, el joven se ve considerándolo. No quiere mantener una relación basada en el odio, no está seguro que este razonamiento le conceda esperanza alguna.

– Si cedes a tus impulsos –prosigue Zaruba– los dos os aislaréis en vuestro infierno particular, formado por el binomio poder/odio. ¿Es lo que quieres?

– La alternativa no es mejor.

La mente de Koga ya ha dejado de luchar. Sabe lo que debe hacer, pero no está seguro que dejarse capturar y manipular por Meshia sea más ventajoso.

– No lo es –comenta la cabecita metálica–. Someterá a tu corazón a una dura prueba, quizá durante mucho tiempo. Puede que muchos humanos sean contaminados y muertos en el proceso. Pero si eres capaz de mantener íntegro tu corazón, si sigues recordando a Kaoru tal y como era sin perder de vista que ella está en ese monstruo, hay una posibilidad que la humanidad escondida en ella aflore y que, por lo tanto, Meshia sea derrotada. Odio y amor son lo mismo, sólo hay que cambiar el punto de vista.

La armadura es despedida.

A él le lleva unos momentos juntar todo su valor para enfrentarse a su nuevo destino, uno en el que sus habilidades de Caballero Makai no le servirán. Sólo su propia humanidad podrá librar esta batalla.