Cap. 4 : ¿Quién es Meshia?
La reina de otro mundo camina por encima de éste, después de abrir el hechizo que esconde al Templo de las Tinieblas. Lo hace a la cabeza de un grupo heterogéneo: unos siete horrores y dieciseis horrores Bariri, su número mermado por su encuentro con dos Caballeros Makai que también se dirigían al Templo y que se vieron rodeados, y su recién adquirido esclavo personal.
Aunque Koga trata con esfuerzo de considerarse a sí mismo un guerrero que planea una estrategia para liberar al universo de un monstruo, la verdad de su situación es prístina. Y aún le quedó más clara cuando su dueña y señora le arrebató a Zaruba del dedo y lo lanzó a lo lejos. Vertió una solitaria lágrima que no la impresionó.
Sólo una fugaz mirada cruzó con los recién capturados Rei y Tsubasa. Aún conserva demasiado orgullo para mostrarles lo que él es en este grupo, a pesar que está seguro que Meshia se encargará de destruirlo en un plazo no muy largo. Oyó como uno de los horrores preguntó a su reina por qué no mataba a los dos caballeros.
– Al igual que Koga, son bien parecidos y fuertes, y quiero estudiar sus posibilidades como instrumentos de mis planes –respondió ella, aunque Koga está seguro que ellos dos ignoran lo que ésto significa.
A medida que se acercan a la extraña edificación cúbica, gran cantidad de presencias intangibles rodean al grupo en general y a Meshia en particular. Ella levanta los brazos y hace gestos como si acariciase al aire. Al llegar a la puerta, ella arranca la placa metálica que hay junto a ella y que dice: “Honorables visitantes, cuidáos de los espíritus de los que aquí se quedaron”. Koga y Rei la recuerdan, y por éso vuelven a mirarse. Dos horrores acuden a recibirles y los acompañan por el pasillo hasta la sala ceremonial.
– Jabi...
Ella vueve los ojos hacia la voz. Koga la ve contra una pared, con la garra de un horror inmovilizándola por el cuello.
– ¿Por qué le haces ésto? Es a mí a quien quieres –le pregunta él a Meshia.
– No es algo que te concierna, pero, en fin. El acceso de nuestro mundo a éste sólo puede abrirse desde este lado, y necesitamos a alguien que sepa cómo hacerlo para poder copiarlo. Al parecer, a parte de mí, ella es la única que puede. Creo que lo sacó de algún libro de aquí.
Jabi intenta, inutilmente, zafarse de su captor. Sus ojos están brillantes y tiene un desgarro en su pierna derecha.
La dueña absoluta de sus vidas tiñe sus labios con una leve sonrisa y sube a la plataforma del altar.
– Primero –anuncia Meshia a todos los presentes– pasaré al otro lado con mi séquito y los prisioneros. No, ella –señala a Jabi– tiene que quedarse a este lado del portal. Al menos, hasta que yo enseñe a algún otro. Voy a reabrir oficialmente este templo, y formaré a un sacerdote para que lo atienda. Hasta entonces, alimentadla. Espina, Sangre Negra, empezaré con vosotros, veremos quién mostrará mayores apitudes. Espina, ¿has avisado al grupo que tiene que cruzar el portal hacia aquí?
– Está esperando la señal –responde una falsa Jabi que aparece de entre las sombras.
Meshia cierra los ojos y se relaja. Poco después junta sus manos y las levanta despacio, por encima de su cabeza.
De pronto, una voz incorpórea retumba en la cámara.
– ¿Qué has hecho, Emersie?
Nada en su tono la hace amenazante, pero el silencio que ha causado es sepulcral. Todas las cabezas y todas las antenas buscan su origen con no poca inquietud. Hasta Meshia permanece silenciosa un rato.
– ¿Quién eres? –pregunta al fin, con exigencia.– ¿Cómo conoces ese nombre?
– Deberías recordarme –responde la voz incorpórea–. Luché contra ti en dedefensa de mi mundo. Y me mataste.
– Entonces, eres el espíritu de un muerto. –Hace una leve sonrisa–. Soy yo la que debe preguntarte qué haces aquí, por qué no has continuado tu camino después de tanto tiempo. ¿Has esperado eones para vengarte? Estuve fuera de vuestro alcance entonces, y ahora aún más. He evolucionado.
– Yo también he evolucionado, Emersie. Algunos de nosotros lo hemos hecho hasta liberarnos del ciclo de reencarnaciones. También nosotros estamos fuera de tu alcance.
– ¡Soy inmortal!
– Vamos, vamos. Que hayas logrado burlar a la muerte no te hace inmortal. Sabes que tienes un karma muy pesado reteniéndote, y no te atreves a morir para no enfrentarte con él. Nosotros perdimos nuestro mundo, pero lo recuperaremos para el Universo: tu karma te ha debilitado y lo ha vuelto contra ti.
– Soy la dueña de mi destino y de mi mundo. ¡Muéstrate!
Una tenue luz comienza a verse en el aire, por encima de los ocupantes de la sala. Se intensifica progresivamente hasta que, sin dejar de ser luminosa, toma una forma vagamente humana.
Un rayo de luz roja sale de un dedo de Meshia hacia la forma flotante, el qual es absorbido por ésta. Repite la operación usando los dedos de ambas manos, con idéntico resultado.
– Eres un caso único, Emersie. Ningún ser tan complejo ha sido modificado como tú lo has sido por ti misma. Una verdadera reina, en el sentido biológico de la palabra. El Universo espera a tu alma con impaciencia para incorporar tus conocimientos y experiencias.
– ¡No podéis hacer nada! –Meshia parece perder la calma por momentos.
– No someterás al mundo de los humanos a tu capricho. Tus experimentos se terminan aquí. Escuchadme, Jabi, Koga, Rei y Tsubasa, necesitamos vuestra colaboración.
– Son míos y no tenen derecho a intervenir sin mi permiso –se apresura ella a replicar.
Otro gran silencio se hace. A los aludidos les cuesta creer que el misterioso ser que al parecer conoce tan bien a Meshia, que ha tenido con ella este sorprendente intercambio, se dirija a ellos.
– Nos gustaría colaborar –responde Koga, ignorando la autoridad de Meshia, y ganándose con ello una mirada prometedora de grandes crueldades–. ¿Quién eres?
– Mucho tiempo atrás, en la Edad de Oro de vuestro planeta –responde el etéreo ser– este templo era blanco, brillante y estaba al servicio de la Luz. Servía para explorar otras dimensiones, otros mundos y en algunos casos era posible establecer relaciones con sus habitantes. Emersie, a quien vosotros llamáis Meshia, era su suma sacerdotisa. Pero se contaminó con los pensamientos de las almas a las que ella había empezado a recolocar en vuestro mundo, almas perdidas que iban a quedarse sin una oportunidad de redención al no poder ser admitidos en su propio mundo debido al salto evolutivo que experimentó éste.
– Un momento –interrumpe Jabi.– ¿Quieres decir que cayó en su propia trampa?
– Más bien fue víctima de su amor hacia toda vida. Ella y toda vuestra especie aceptaron la tarea de acoger a los perdidos y educarlos para que superaran su estado. Por desgracia, la raza casi perfecta que érais entonces los humanos fue influenciada por ellos y empezó a degenerar.
El rostro de Meshia es duro.
– Tu compasión no me impresiona. ¡Cállate!
– Emersie fue la que logró compatibilizar –prosigue el ser flotante sin tenerla en cuenta– las almas que llegaron con las razas que las acogerían. No era genética como la entendéis vosotros: era cirugía mental, psíquica y etérica. Era muy sabia.
Hace una pausa y continua.
– Lo que para vosotros es el mundo de los horrores fue el mundo de mi raza: uno de los muchos a los que se abría este templo. Emersie iba y venía entre ellos, la conocíamos y era bien recibida entre nosotros. También nosotros tardamos en darnos cuenta que se había contaminado, pero para ella era más seguro descubrirse en un mundo ajeno al suyo propio. Para cuando los humanos se dieron cuenta de lo que pasaba, Emersie ya se las había arreglado para someter con sus artes a la mayor parte de nosotros. Los humanos sellaron el accesso a nuestro mundo para impedirle regresar y que los contaminara. Así, ella pudo hacer nuestro mundo a su embrutecida imágen. Los que no sucumbimos a su hechizo fuimos perseguidos y muertos. O utilitzados en sus laboratorios.
– Es decir –concluye Koga– nuestro mundo abandonó al vuestro a su suerte, después de procurarle la perdición.
– Fue el primer síntoma de su degeneración colectiva –explica el ente luminoso–. Ésta es una de las razones que nos hacen recurrir a vuestra ayuda. La primera raza de horrores que existió fue fruto de experimentos de genética física y mental llevados a cabo con nuestra gente, a los que Emersie educó en lo que ella creyó que eran valores adecuados. No prosperaron más de dos generaciones, pero ella era sabia y encontro otras formas de conseguir crear vida viable. El cada vez más embrutecido mundo humano empezó a tener menos consistencia, y se crearon grietas que los horrores usaron para cruzar de un lado a otro.
– Los portales –concluye Rei.– Así que ahora hay varios lazos kármicos que se entrecruzan entre ambos mundos.
– En efecto.
– ¿Quién eres? –pregunta al fin, con exigencia.– ¿Cómo conoces ese nombre?
– Deberías recordarme –responde la voz incorpórea–. Luché contra ti en dedefensa de mi mundo. Y me mataste.
– Entonces, eres el espíritu de un muerto. –Hace una leve sonrisa–. Soy yo la que debe preguntarte qué haces aquí, por qué no has continuado tu camino después de tanto tiempo. ¿Has esperado eones para vengarte? Estuve fuera de vuestro alcance entonces, y ahora aún más. He evolucionado.
– Yo también he evolucionado, Emersie. Algunos de nosotros lo hemos hecho hasta liberarnos del ciclo de reencarnaciones. También nosotros estamos fuera de tu alcance.
– ¡Soy inmortal!
– Vamos, vamos. Que hayas logrado burlar a la muerte no te hace inmortal. Sabes que tienes un karma muy pesado reteniéndote, y no te atreves a morir para no enfrentarte con él. Nosotros perdimos nuestro mundo, pero lo recuperaremos para el Universo: tu karma te ha debilitado y lo ha vuelto contra ti.
– Soy la dueña de mi destino y de mi mundo. ¡Muéstrate!
Una tenue luz comienza a verse en el aire, por encima de los ocupantes de la sala. Se intensifica progresivamente hasta que, sin dejar de ser luminosa, toma una forma vagamente humana.
Un rayo de luz roja sale de un dedo de Meshia hacia la forma flotante, el qual es absorbido por ésta. Repite la operación usando los dedos de ambas manos, con idéntico resultado.
– Eres un caso único, Emersie. Ningún ser tan complejo ha sido modificado como tú lo has sido por ti misma. Una verdadera reina, en el sentido biológico de la palabra. El Universo espera a tu alma con impaciencia para incorporar tus conocimientos y experiencias.
– ¡No podéis hacer nada! –Meshia parece perder la calma por momentos.
– No someterás al mundo de los humanos a tu capricho. Tus experimentos se terminan aquí. Escuchadme, Jabi, Koga, Rei y Tsubasa, necesitamos vuestra colaboración.
– Son míos y no tenen derecho a intervenir sin mi permiso –se apresura ella a replicar.
Otro gran silencio se hace. A los aludidos les cuesta creer que el misterioso ser que al parecer conoce tan bien a Meshia, que ha tenido con ella este sorprendente intercambio, se dirija a ellos.
– Nos gustaría colaborar –responde Koga, ignorando la autoridad de Meshia, y ganándose con ello una mirada prometedora de grandes crueldades–. ¿Quién eres?
– Mucho tiempo atrás, en la Edad de Oro de vuestro planeta –responde el etéreo ser– este templo era blanco, brillante y estaba al servicio de la Luz. Servía para explorar otras dimensiones, otros mundos y en algunos casos era posible establecer relaciones con sus habitantes. Emersie, a quien vosotros llamáis Meshia, era su suma sacerdotisa. Pero se contaminó con los pensamientos de las almas a las que ella había empezado a recolocar en vuestro mundo, almas perdidas que iban a quedarse sin una oportunidad de redención al no poder ser admitidos en su propio mundo debido al salto evolutivo que experimentó éste.
– Un momento –interrumpe Jabi.– ¿Quieres decir que cayó en su propia trampa?
– Más bien fue víctima de su amor hacia toda vida. Ella y toda vuestra especie aceptaron la tarea de acoger a los perdidos y educarlos para que superaran su estado. Por desgracia, la raza casi perfecta que érais entonces los humanos fue influenciada por ellos y empezó a degenerar.
El rostro de Meshia es duro.
– Tu compasión no me impresiona. ¡Cállate!
– Emersie fue la que logró compatibilizar –prosigue el ser flotante sin tenerla en cuenta– las almas que llegaron con las razas que las acogerían. No era genética como la entendéis vosotros: era cirugía mental, psíquica y etérica. Era muy sabia.
Hace una pausa y continua.
– Lo que para vosotros es el mundo de los horrores fue el mundo de mi raza: uno de los muchos a los que se abría este templo. Emersie iba y venía entre ellos, la conocíamos y era bien recibida entre nosotros. También nosotros tardamos en darnos cuenta que se había contaminado, pero para ella era más seguro descubrirse en un mundo ajeno al suyo propio. Para cuando los humanos se dieron cuenta de lo que pasaba, Emersie ya se las había arreglado para someter con sus artes a la mayor parte de nosotros. Los humanos sellaron el accesso a nuestro mundo para impedirle regresar y que los contaminara. Así, ella pudo hacer nuestro mundo a su embrutecida imágen. Los que no sucumbimos a su hechizo fuimos perseguidos y muertos. O utilitzados en sus laboratorios.
– Es decir –concluye Koga– nuestro mundo abandonó al vuestro a su suerte, después de procurarle la perdición.
– Fue el primer síntoma de su degeneración colectiva –explica el ente luminoso–. Ésta es una de las razones que nos hacen recurrir a vuestra ayuda. La primera raza de horrores que existió fue fruto de experimentos de genética física y mental llevados a cabo con nuestra gente, a los que Emersie educó en lo que ella creyó que eran valores adecuados. No prosperaron más de dos generaciones, pero ella era sabia y encontro otras formas de conseguir crear vida viable. El cada vez más embrutecido mundo humano empezó a tener menos consistencia, y se crearon grietas que los horrores usaron para cruzar de un lado a otro.
– Los portales –concluye Rei.– Así que ahora hay varios lazos kármicos que se entrecruzan entre ambos mundos.
– En efecto.
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