dimecres, 19 d’agost del 2009

GARO Fanfic - El regreso de los exiliados, 2


Capítulo 2: Infiltrado

Koga habría querido quedarse al lado de Kaoru cuando la trajo después de ser atendida en el hospital, pero tiene que salir. Está furioso. ¿A cuento de qué viene éso de arañarla de esa manera? ¿En qué tipo de degenerados se han convertido los humanos? Quiere salir a escarmentar al tipo que le hizo eso, pero no puede, ése es el deber de los policías.

Sale al jardín a tomar el aire, más se da cuenta que lo que realmente necesita es dar puñetazos. Cuando se dispone a entrar de nuevo para ir a desahogarse a la sala de entrenamiento, ve a alguien que se acerca. Pero, ¿qué hace ahí? ¿Cuándo ha salido?

– Kaoru, no debeías haberte levantado, ya sabes lo que ha dicho el médico: unos días de descanso para facilitar la regeneración de los tejidos.

– Ya vengo, ya vengo, ¡qué pesado!

Entraron los dos.

– Y ahora, directa a la cama –dijo él, casi empujándola.

– Sé ir sóla, ¿vale?

Koga se resigna a dejarla ir y sigue su camino. Le parece que hay algo raro en ella, pero debe ser cosa de su lesión. O de su propio mal humor.

*     *     *

Filo Envenenado suspira con alivio. Por nada habría querido tropezarse con la verdadera Kaoru, almenos hasta que vuelva a necesitarla. Pero tiene que verla, saber cómo le han tapado la herida. Muchos malabarismos ha tenido que hacer para ocultarle a Garo su brazo intacto.

Pero ya ha entrado en el cuartel general del enemigo y nadie ha detectado su presencia, puesto que su transformación es completa e incluye el aura del sujeto original. Gracias a ello conoce su forma de pensar, tiene sus recuerdos y oculta eficazmente su propia naturaleza, incluso a la joya guía de un Caballero Makai.

Cuando busca un lugar para ocultarse hasta que anochezca y pueda examinar el vendaje de su sujeto original oye lo que sabe que es el timbre de la puerta. Un individuo más en la casa, debe esconderse ¡ya!

Se introduce en un pequeño cuarto con escobas y objetos varios, y pega la oreja a la puerta. Kaoru conoce esa voz, la cual trae consigo una serie de imágenes, sus recuerdos. Interesante, este otro caballero Makai que ha venido a visitarla.

Mientras espera que la casa se duerma traza su plan para vencer a Garo el cual, según los recuerdos de los horrores que sustituyó para preparar esta singladura por el mundo de los humanos, había acabado con los infames Kiva y Barago (abominaciones donde las haya) y mucho más grave, con Meshia. Cuando elimine a Garo todo el submundo le aclamará como el heredero de Meshia, ¡y reclamará sus poderes, ahora que sabe cuales son!

Filo Envenenado se había quedado pasmado por su buena suerte: ni remotamente podía haberse imaginado que el cuerpo que escogiera para copiar hubiera sido poseído por la Madre de los Horrores, pero no hay duda de ello, pues en su ADN permanece una configuración que sus antenas identificaron de inmediato. Pero incluso en su aura hay una huella de esa experiencia. No puede evitar tomarle cierta afición al ser que está reproduciendo: es el receptáculo ideal para él, como lo fue para Ella. ¡Vaya baza para cuando vuelva, triunfante, al inframundo! ¡Ojalá pudiese volver con este cuerpo! ¡Ojalá no se desgastase tanto como para obligarlo a mantener vivo al sujeto original!

*     *     *
Rei no sabe cómo tomárselo. Que Kaoru hubiese venido a su casa estando aún convaleciente de una seria herida y que le hubiese pedido quedarse hasta el día siguiente, abandonando la compañía de su devoto y enamorado protector, le asusta. ¿Qué clase de mujer haría algo así? La muchacha debe haber percibido su desconcierto, porque se apresura a aclarárselo.

– Ayúdame, Rei. Koga no quiere acompañarme, prefiere entrenarse horas y horas, y ni siquiera ésto –volvió su cabeza momentáneamente hacia su brazo lesionado– es para él razón suficiente para permanecer a mi lado. Le molestan todas mis iniciativas, y siempre decide por mí. Necesita poner en orden sus prioridades. ¡Ojalá que mi ausencia le haga recapacitar!

El joven había supuesto problemas de este tipo en la pareja, dada la naturaleza asocial del Caballero de Oro, pero no sospechaba que fuesen tan graves como para hacer huir a Kaoru, precisamente ahora.

– Siento mucho oir eso, pero creo que deberías darle otra oportunidad, sabes que te quiere mucho.

– Es algo que empiezo a dudar.

La frialdad con que es pronunciada tan inesperada frase derrumba las prevenciones de Rei. ¿Es posible que el egocentrismo y cabezonería de Koga hayan matado el amor en la joven? Rei la contempla ahora con otros ojos, y ya no sabe si sentirse apenado o afortunado por el desarrollo de los acontecimientos.

– De acuerdo, quédate. Mañana... –iba a decir que mañana iría a ver a su amigo para interceder por ella– ... mañana hablaremos.
*     *     *

Esa misma noche, un confundido Koga trata de decidir con rapidez cómo reaccionar al efusivo abrazo de Kaoru, recién llegada del trabajo. No sólo esta mañana ella hizo caso omiso de su consejo de descansar un par de días más, sinó que volvió a media mañana, interrumpió su entrenamiento y lo que le dijo...

No sabe por qué ella parece sorprenderse de que él no corresponda. ¿De veras espera que celebre su regreso como si nada hubiese pasado, cuando le había tachado en su cara de insensible y dictador? Reconoce que su ánimo flaqueó cuando ella se puso a llorar y le reprochó que si él la amaba de verdad le daría libertad para actuar. Quería redecorar “toda” la casa y pintarla por fuera de color rojo sangre. Él se sintió a punto de desfallecer ante tan insensata demanda, pero habría cedido... si ella no hubiese apostillado “estoy segura que Rei sí lo aceptaría”. Qué tiene que ver Rei, se preguntó entonces y sigue preguntándose Koga, mientras trata de ver en los ojos de Kaoru qué juego se lleva entre manos. Había creido conocerla lo suficiente.

Desconcertado, el joven se libera de su abrazo con cierta brusquedad. La incomprensión en el rostro de la muchacha lo hace sentirse aún más estafado y dolido. Y, sin mediar palabra, él da media vuelta y se aleja.